“No hay obra de Arte, existe el artista con su manifestación incompleta y el espectador que completa la situación en acción.” Víctor Grippo, 1988.

En Argentina como en el resto de los países de Hispanoamérica, la papa es uno de los principales alimentos junto con el trigo y el maíz. Se calcula que tiene unos 10.000 años sobre la tierra y su origen se establece en el altiplano andino. Es uno de los primeros alimentos que ingerimos después de la leche materna. También es el alimento de los pobres.

En la tradición oral Aymará y quechua se habla de “domesticación de la papa”, así como se domestica un animal ya que fue un largo proceso comunitario de esas plobaciones y luego de los Incas el que convirtió los primeros tubérculos pequeños y sin valor nutricional en el alimento que conocemos hoy.

En este territorio, en que ya pasaron tantos siglos, el hambre, sigue sin haberse solucionado para muchas comunidades y agregamos urgencias: el mal uso de los ríos, el envenenamiento de océanos, aguas y esterilización de suelos, entre otros. Se calcula que el 70% de los bosques naturales se perdieron en el último siglo en Argentina.

El plástico arrojado a los océanos ya formó una isla más grande que el territorio mexicano. Queda solo un 30% de corales vivos en el mundo y se calcula que desaparecerán en sólo 30 años más.

Mientras escribo este brevísimo punteo me conecto una vez más con las capacidades humanas, esa que hizo a las comunidades americanas productoras de alimento a partir de unos pequeñisimos tubérculos silvestres. Vuelvo a la papa y su facultad de mezclarse con otros ingredientes naturales y producir mallas, redes y paños 100% compostables, que podrían reemplazar al plástico en un futuro muy cercano.
Intento, con mis investigaciones de bioplásticos, rendir tributo también, a la conciencia a partir de la comprensión de la obra del artista Argentino Víctor Grippo; a tomar su legado y seguir integrando múltiples experiencias de diálogo, prueba y error, del taller-laboratorio a comunidad, de la poética y utopía a la producción de sentido

Victor Grippo, trabajó durante muchos años a partir de la energía de la papa, de su capacidad de producir voltaje, pero también su valor simbólico. El arte, decía, solo cobra entidad en tanto logra producir conciencia.